“Cualquiera que sea tu historia, bienvenido. Has emprendido un largo viaje hacia la honestidad sexual y la revelación personal. Puede ser un camino arduo, pero es el único modo de conseguir lo que deseas. En el decurso, te parecerá que hay un montón desalentadoramente grande de conocimientos que aprender; no te deseanimes. El Amo más perverso del mundo, la Dómina más imaginativa, empezaron igual que tú hoy: curiosos, excitados y algo inseguros.”
Pat Califia,
“SM. Los secretos del sadomasoquismo”

sábado, 8 de diciembre de 2012

La sumisa insumisa - Rosa Peñasco



Paula es trabajadora, treintañera, hiperactiva, freelance, divertida y ávida de experimentar la vida. Su curiosidad la lleva a un mundo totalmente inédito para ella: los chats eróticos. 

Lo que en principio comienza como un merodeo divertido por distintas salas acaba convirtiéndose en algo más en el momento en que conoce a AMOSAPIENS, un usuario con el que habla habitualmente acerca de su forma de entender el sexo y del que recibe continuas insinuaciones sobre la posibilidad de fantasear con una relación de dominación entre ambos. 

Aunque Paula es reticente, poco a poco comenzará a conocer las reglas de un mundo que acaba por no ser tan descabellado como le parecía y a cuestionarse sus propios límites.A través de una narración directa, audaz, íntima e irónica, 

Rosa Peñasco consigue bucear en la psicología y las reglas que rigen el universo de las prácticas sexuales más heterodoxas para mostrarnos las diferencias y las similitudes que guardan con las relaciones convencionales: el baile entre la comunicación y la incomunicación, la crudeza y el tacto, lo virtual y lo real, lo incompatible y lo complementario.

Frases

(...) Me lo notó, claro, y me dijo que la doma es la mejor etapa y el periodo más complicado, y a la vez hermoso, del BDSM, porque es donde el Amo y la sumisa se conocen, se prueban, se miden el pulso y en donde el Amo, teóricamente, intenta adaptar a la sumisa a sus gustos. A partir de ahí, se supone que la sumisa ha aprendido sus deberes y ya actúa y obedece sin más.

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- Una sumi es feliz haciendo lo que su Amo quiere que haga. Es como si deseara cederle el control de su vida o como si le entregara parte de su voluntad.
- ¡Si claro! Y el Amo siempre tiene razón o lo que dice tu Amo y punto redondo... No cuentes conmigo.
- Ya, pero una cosa es la literatura del «yo soy tu Amo» y otra cosa es lo que, por descontado además de eso, un Amo debe ser.
- ¿Y qué debe ser?
- Debería ser tu amigo, tu aliado, tu apoyo. Alguien en quién confíes alguien a quien cuentas tus más íntimos secretos, alguien a quien le lloras cuando nadie puede verte llorar, alguien a quien puedas pedir consejo, alguien a quien siempre tendrás contigo...
- O sea que... ¿los Amos se enAMOran?
- Por supuesto. Y los Amos también lloran...
(...)
- Los Amos son hombres antes que nada, y te diré algo: si tienen la suerte de encontrar a «su sumisa», nada ni nadie será tan importante para ellos como su sumisa. La sumisa es su tesoro. Es más: sé que tú, aunque oculto todavía, serás mi gran tesoro.

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Volví a asustarme elucubrando sobre la naturaleza de mis pensamientos, sobre todo porque si seguían por este camino me harían llegar a una conclusión que no sé si tendría el valor de asumir. ¿De verdad era sumisa? ¿Tantas vueltas y giros de mi vida para esto? ¿Cómo podía admitir que era sumisa si mi rebelde y salvaje interior solo me permitía pronunciar la palabra insumisión? Definitivamente, el ser humano posee varios frentes abiertos que, al mismo tiempo, hablan idiomas diferentes: la razón dice una cosa, el corazón se expresa con otros ritmos y, finalmente, el sexo puede moverse con otro tipo de parámetros. En fin. ¡Qué hermosa es cualquier historia cuando esos tres focos se ponen de acuerdo! En lo que a mí respecta, pensé que mi corazón e incluso mi sexo parecían decir que sí a AMOSAPIENS pero mi cabeza y su encorsetada razón lo negaban rotundamente, aunque ni con mis continuas negativas dejaba aquel Amo del norte de estar acecho...

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- No quiero que me cuentes nada. Ahora mismo solo me pondría enfermo de pensar en cuanto te he deseado, en como he querido poseerte, someterte, dominarte, sodomizarte, besarte por todo el cuerpo, follarte como a una perra y azotarte, azotarte y azotarte...
(...)
- Yo sé que no pasará nada de lo que hay en mi cabeza, pero mis azotes, con toda la saña del mundo, son lo que calmaría mi rabia y tu culpa: ya ves, todo a la vez, ¡y tú sin quererlo ver!
- ¿Nos calmaríamos a costa de que me hicieras mucho daño?
- Es que te haría mucho daño, pero lo mejor del dolor ya sabes lo que es: es el premio que viene después. Todo está dividido en un proceso místico de tres: no hay cura sin herida, y no hay herida sin látigo o similar...
- ¡O sea, que el secreto está en la cura!
- Si, siempre. Es cuando un Amo sufre con las heridas que ha hecho. Es cuando demuestra el amor y sufre por el dolor de su sumisa, al tiempo que siente el placer de su dolor.
(...)
- ¿Y ella? Además de un dolor rabioso, ¿qué siente ella?
- Ella siente placer con su dolor porque ese dolor es el placer de su Amo, y el placer de su Amo es su mayor recompensa.
- ¡Sois más retorcidos que un manojo de cables!
- No, retorcidos no; intensos, complejos y completos, si. ¡El éxtasis se merece ese viaje por todas las emociones humanas!

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«Desarrolla tu capacidad de autocontrol sobre las sensaciones dolorosas para mejorar progresivamente tus prestaciones. Verás gozar a tu Amo y Señor y te sentirás satisfecha de conseguirlo.»

Aunque intuía su dolor por mi dolor y, contradictoriamente también, su placer por ese dolor que me resultaba casi insoportable, no podía ver gozar a mi Amo y Señor porque de Sapiens solo me llegaba una sombra escondida en algún rincón del habitáculo. Además no podía pensar en él porque sentí que mi espalda sangraba y me abrasaba con una quemazón brutal, directamente proporcional a cada golpe y chasquido seco que seguía retumbando en aquella cueva.

Tuve que sufrir varios latigazos (...) la palabra de seguridad fue dibujada por mis labios cuanto estuve a punto de desmayarme.



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