“Cualquiera que sea tu historia, bienvenido. Has emprendido un largo viaje hacia la honestidad sexual y la revelación personal. Puede ser un camino arduo, pero es el único modo de conseguir lo que deseas. En el decurso, te parecerá que hay un montón desalentadoramente grande de conocimientos que aprender; no te deseanimes. El Amo más perverso del mundo, la Dómina más imaginativa, empezaron igual que tú hoy: curiosos, excitados y algo inseguros.”
Pat Califia,
“SM. Los secretos del sadomasoquismo”

miércoles, 2 de abril de 2014

Sobre el masoquismo y otras yerbas

Un articulo inscrito dentro de las Neurociencias. Les dejo ustedes la evaluación del mismo.


Una reconceptualizacion evolucionista del masoquismo

Francisco Traver Torras
Tomado de:
http://pacotraver.wordpress.com/2012/10/17/una-reconceptualizacion-evolucionista-del-masoquismo/
La palabra “masoquismo” apenas se usa en psicología fuera del contexto psicoanalítico, por el contrario es muy utilizada en la vida común como un sinónimo de conductas que buscan placer en el sufrimiento, la exposición a situaciones desfavorables repetitivas, bien una conducta de enfermedad, o un regodeo en la queja o exhibición del dolor. Lo cierto es que la palabra acumula tantor errores conceptuales que se ha vuelto inútil para utilizarla en la clínica.

El principal contrasentido que envuelve a esta palabra es que los masoquistas serían por definición personas que encuentran placer en el dolor. Es por eso que los clásicos, llamaban algolagnia a ciertas prácticas donde el dolor aparecía del lado de ciertas actividades eróticas calificadas como perversiones, hoy parafilias. ¿Pero son masoquistas los depresivos, los enfermos psicosomáticos, los que se quejan de dolor sin causa médica que lo justifique, los eternamente cansados o los que fracasan en sus relaciones amorosas?

Lo cierto es que los masoquistas, si por masoquistas entendemos personas que extraen placer del dolor, simplemente no existen. No existe ningún placer en el dolor y de hecho ningún masoquista erótico busca el dolor por sí mismo sino que lo soporta como parte de un ritual que tiene otras consecuencias psicológicas.

Es absolutamente inconcebible que los investigadores -incluyendo al propio Freud que escribió dos articulos sobre el masoquismo- no hayan caido en la cuenta de que las prácticas sado-masoquistas, -conocidas hoy genéricamente como BDSM- forman parte de un ritual, es decir de una simulación. Y todo ello a pesar de que la celebre novela de Sacher-Masoch -a quien debemos el nombre de “masoquismo”- es una historia de ficción, la narrativa de un ritual muy elaborado.

No es lo mismo jugar a pelearse que pelearse realmente, hacerse el muerto que morir. Las diferencias son notables, una pelea “verdadera” es sobre todo una confrontación agonística (o tú o yo) y se termina con la muerte o el “fuera de combate”, las heridas o la invalidez del contrincante. Una pelea ritualizada tiene como objetivo eludir los daños graves entre ambos, y suele saldarse con la rendición (yield) de uno de ellos que se da a la fuga o se somete dejando al otro como vencedor. Eso sucede en la naturaleza, rara vez los enfrentamientos entre dos individuos se saldan con la muerte o heridas importantes en uno de ellos y eso sucede porque la mayor parte de las conductas agonísticas (competitivas) se encuentran ritualizadas.

¿Qué es un ritual?

Un ritual es una conducta demostrativa que tiene lugar entre dos o más individuos y que se lleva a cabo en función de su valor simbólico. Por ejemplo el homenaje a una bandera, las tradiciones, las celebraciones familiares en Navidad o los ritos y liturgias religiosos se llevan a cabo a través de la captura facilitada por las creencias o los recuerdos compartidos de aquellos que conviven en un determinado entorno y que consensuan como definitorios de su cultura o de sus expectativas.

Caracteristicas de los rituales.-

1.-Son conductas que escapan a la razón y mantienen un cierto aspecto de supersticiones

2.- Son repetitivas y automáticas.

3.- Su supresión desencadena perplejidad, confusión, ansiedad o agresión.

4.- Son antieconómicos, en el sentido de que representan conductas redundantes, hacen perder tiempo y representan esfuerzo.

5.- Son reconocidos por los miembros de la misma especie o por los individuos que comparten una misma cultura.

6.- Son extraños para aquellos que no comparten una misma cultura o para individuos de distintas especies e inducen conductas de desasosiego o de interpretaciones erróneas.

7.- Su propósito es inhibir la agresión, señalar la jerarquía o la disponibilidad sexual, además de por efecto contrario profundizar los vínculos entre individuos.

8.- Son exagerados, dramáticos y exhuberantes y recuerdan a la farsa teatral.

El cerebro social.-

Admitir que somos seres sociales supone admitir dos cuestiones, una de ellas está relacionada con el apego, el eje horizontal de esta carta ortogonal que aparece más abajo. Cada uno de nosotros ocupa un lugar en ese eje, unos son mas dependientes -de las recompensas del mismo- que otros (extremo izquierdo o integración), mientras que en el extremo contrario ciertos individuos permanecen aislados, independientes o marginales. Pero también que en nuestra especie (eje vertical) funcionan jerarquías sociales y que cada uno de nosotros ocupamos en esa jerarquía un rango determinado. La jerarquización social no es una consecuencia del capitalismo ni de la politica sino una consecuencia de nuestro linaje de simios que no hemos sido capaces aun de liquidar a través del aprendizaje social. Más bien lo que hemos hecho es introducir modificaciones y nuevas definiciones del rango de carácter cultural, por ejemplo el dinero concede a quién lo posee más rango que a quién no lo posee, pero esta es una causa proximal y artificial de la jerarquización social que es algo biológico y que viene de serie en nuestra estirpe. Ubicarse en esa jerarquía supone una de las mayores dificultades de nosotros los humanos. Ascender o medrar en ella una de las tareas que más recursos consume en nuestra vida.



Existen cuatro estrategias de interacción entre individuos y que definen el lugar que ocupamos en esa jerarquía que por otra parte se encuentra modulada por el apego y son los siguientes: la cooperación o la lucha, el apaciguamiento, el escape (flight) y la rendición (yielding) y que nos permiten entender como nos relacionamos con aquellos que tienen más rango que nosotros, el mismo rango o un rango inferior.

Para entender mejor estas cuestiones volveremos a J. Price (del que hablé en el post anterior) a fin de ilustrar los dos grandes grupos de maneras de competir que tienen los individuos: el modo agonístico donde la estrategia es la lucha con o sin ritual y donde de lo que se trata es de vencer o de imponerse al rival. Hay un ganador y un vencedor, uno que gana y otro que pierde, es por eso que se llama agonística.

Pero la manera más común de competencia en nuestra especie es la hedonística, aqui el subordinado (que sabe que ocupa un lugar inferior en cuanto a rango) trata de seducir, agradar, apaciguar, someterse o adular al dominante merced a ciertos gestos o actitudes que podemos observar en todas las especies de animales vertebrados y sociales. Se trata de una conducta que tiene como objetivo desactivar la agresión y aumentar la confianza del dominante a fin de conseguir recursos, favores o prebendas que en nuestra especie se encuentran bien diversificados y son a veces muy sutiles.

Las estrategias hedonísticas tienen muchas ventajas sobre las agonísticas, para empezar no hay vencedores ni vencidos, sino una especie de complementariedad donde el miembro subordinado obtiene ciertas ventajas de su posición “de favor” y el miembro dominante un reconocimiento de su lugar en la jerarquía. Ambos ganan y no hay heridos, ni secuelas.

La sumisión como estrategia hedonística.-

Los que se encuentran en los niveles más bajos del rango social (cuadrantes inferior izquierdo e inferior derecho) disponen de ciertas estrategias para escalar en el eje del rango según sus gustos, más integrados y sociales en la izquierda y más aislados en la derecha, pero en cualquier caso es necesario que estas personas sepan qué lugar están ocupando en cada momento en ese eje dominancia-sumisión. Bien entendido que no siempre estamos ocupando el mismo lugar y que según entornos las personas concretas se mueven arriba y abajo. Basta con pensar en el lugar que ocupamos en nuestro trabajo por ejemplo (y que no suele coincidir con el que ocupamos en otros entornos), todos tenemos la experiencia de tener un jefe al que debemos respeto y cierta sumisión, es una buena estrategia llevarse bien con el jefe.

Pero lo cierto es que no todo el mundo opta por esta estrategia, existen tambien los rebeldes, los que se mueven por el cuadrante superior izquierdo que buscan “guerra”, el enfrentamiento agonístico (llevado siempre hasta el limite de lo razonable) y están tambien los evitadores, los esquizotipicos o los que se limitan a negar la jerarquia sin cuestionarla, alejándose de ella (cuadrante superior derecho) o repudiándola. Lo cierto -como todo el mundo sabe- es que las jerarquías existen y todo el mundo sabe también cual es mejor estrategia para medrar en lo laboral.

Lo cierto es que algunas personas por la razón que sea son incapaces de relacionarse con los elementos dominantes de su entorno de un modo “educado” o “socializado”, dando señales de humildad y de sometimiento (por ejemplo callarse cuando el que habla es una autoridad o el jefe que te paga). Sea por lo que fuere, estas personas tienen bloqueada la capacidad de someterse en aquellas condiciones en las que someterse sea lo que aconseje el sentido común. Dicho de otra forma son incapaces de jugar la estrategia de “sumisión voluntaria consciente”.

Segun Price (Price, Slomam et alters, 1994) son estas personas las que tienen un mayor riesgo de deprimirse cuando se confronten a una situación agonística que les obligue a reconocer su derrota. Pues recordemos que este tipo de personas son incapaces de jugar estrategias hedonísticas, algo que sucede cuando existe una percepción de descenso del rango (por ejemplo en una jubilación, un despido, un abandono amoroso, etc), pero también en aquellos casos en que la derrota parece haberse instalado como modo o expectativa de vida, diríamos en la personalidad. Price ha llamado a esta estrategia “sumisión involuntaria inducida”. Se trataria de lo que nosotros hoy entendemos como depresión clinica.

La sumisión como ritual erótico.-

Ahora que ya sabemos qué son y para qué sirven los rituales y también que existen dos formas de sumisión, una involuntaria y otra voluntaria y consciente, es necesario recalcar que la conversión de una estrategia inconsciente en una consicente es por sí misma terapéutica. Asi el propio Price usa la metáfora del ordenador al referirse como “a prueba de fallos” el funcionamiento del cerebro de un depresivo. Se trata de un funcionamiento estandard, seguro, pues suele conservarse el principio de realidad pero al que le falta algo: como al ordenador le faltan los controladores, que en el modo “a prueba de fallos” no se cargan a fin de dejar memoria libre para el funcionamiento normal. En este sentido la depresión sería un modo de funcionamiento de bajo nivel pero no defectuoso, en el sentido de que lograria eludir la competencia (rivalidad) con aquellos que al detectar las señales de derrota del depresivo le dejarían en paz al comprobar que no dispone de fuerzas para llevar a cabo un ataque. La depresión a través de signos de sumisión involuntaria logra comunicar a los demás la baja actividad, el humor bajo y la escasa energía e iniciativa para la competencia o una escalada de hostilidades.

Sin embargo conviene no olvidar que a pesar de sus concecuencias inadaptativas el depresivo puede conseguir mucho poder a pesar de aparentar no tenerlo. (Price y Gardner, 1995),.

Algunas personas utilizan ciertos rituales en sus relaciones eróticas, una serie de actividades que se conocen con el nombre genérico de BDSM. Se trata de un juego de roles donde el elemento sumiso se pone a disposición del elemento dominante a fin de conjurar el eterno dilema del poder en la pareja. Dado que se trata de un juego pactado, las claúsulas que lo conforman pueden establecerse de común acuerdo asi como los limites de la humillación, el dolor o las sevicias.

No cabe ninguna duda de que este ritual proporciona beneficios a quienes lo practican siempre y cuando no se pierda de vista que se trata de una confrontación agonística ritualizada donde “la sangre no debe llegar al rio”, no es lo mismo el BDSM que el maltrato o abuso de la pareja, en este caso el funcionamiento pasaría a definirse como “a prueba de fallos” y estaríamos en el mismo lugar que en la patología: simplemente los controladores no han sido instalados.

Los juegos BDSM permiten a sus jugadores optar a roles que quizá en su vida real solo conozcan de pasada. Mujeres sumisas u hombres dominantes, no son patrones políticamente correctos según en qué entornos y menos aún hombres sumisos y mujeres dominantes: ambos roles están censurados en la vida publica y muchas personas ni siquiera pueden optar a ellos, bien por el misticismo de la igualdad o bien por ocupar bajos niveles de rango. Y de ahi el aumento de practicantes de este juego. Hay algo en el BDSM que resulta transgresor.

Y que permite conectar quizá a una mujer rebelde, competitiva y asertiva con su parte más arcaica y femenina y a un hombre mediocre o atemorizado por su jefe en un dominante macho alfa. Lo importante es saber que el juego de dominación-sumisión no es mas que una simulación de lo que en la vida real sufrimos con más dolor.

Pero cuando digo simulación no debe entenderse que estamos ante una formula teatral, por más que el perfomance fetichista de los entornos BDSM asi lo hagan creer, un ritual tiene como objetivo ser dramático, exhuberante y exagerado, de lo contrario carece de efectos sobre la percepción que se pretende alcanzar. Nuestro cerebro no lo computaría como tal si no es creible

De modo que hablar de sado-masoquismo es algo ya obsoleto, la psicología evolucionista nos ha permitido por fin entender que el yielding (rendición) es una estrategia de alto nivel que nos permite reestablecer conexiones con nuestro verdadero lugar en la pirámide social.

Pues nuestro cerebro no distingue las fórmulas ritualizadas de las desritualizadas. Es por eso que los rituales son atajos a una comprensión racional: se trata del poder de los símbolos de los que dependemos.

Bibliografía.-

Price, J.S. (1992) The agonic and hedonic modes: definition, usage, and the promotion of mental health. World Futures, 35, 87-115.

Price, J.S. & Gardner, R. (1995) The paradoxical power of the depressed patient:  a problem for the ranking theory of depression.  British Journal of Medical Psychology, 68, 193-206.

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