“Cualquiera que sea tu historia, bienvenido. Has emprendido un largo viaje hacia la honestidad sexual y la revelación personal. Puede ser un camino arduo, pero es el único modo de conseguir lo que deseas. En el decurso, te parecerá que hay un montón desalentadoramente grande de conocimientos que aprender; no te deseanimes. El Amo más perverso del mundo, la Dómina más imaginativa, empezaron igual que tú hoy: curiosos, excitados y algo inseguros.”
Pat Califia,
“SM. Los secretos del sadomasoquismo”

lunes, 28 de julio de 2014

Desmitificando el BDSM


Me contaba mi Amo el otro día que, mientras estaba en una sex shop buscando artefactos para dominarme, se encontró con un grupo de chicas jóvenes que miraban la línea de productos de “50 Sombras de Grey” entre risas nerviosas. Sonreí divertida, como suelo hacer cuando veo a hordas de mujeres jaleando el dichoso libro en las redes sociales y en su vida porque sienten que ahora el BDSM es el colmo del glamour. Personas que antes calificaban estas conductas de depravadas, ruegan ahora por poner un Grey en su vida. A mí entender, ambas posturas suponen una visión errónea de estas prácticas sexuales, lo que implican y cómo se viven.

Cuando las chicas de Norma Jean, al hilo del inspirador artículo de Lara Alarcón, me propusieron escribir sobre mi punto de vista de la relación Amo/Esclava, pensé que no estaría de más desmitificar un poco lo que es el BDSM, rompiendo así muchos de los clichés que distorsionan lo que supone esta experiencia.

1.- LA GENTE QUE PRACTICA EL BDSM ES “RARA”

Cualquiera puede practicar el BDSM, un Amo no va con un látigo de cuero al cinto ni la esclava anda vestida de látex por la calle (a no ser que su Amo se lo ordene). Aunque, como bien explicaba hace unos días Josep Lapidario , el BDSM está íntimamente ligado a ciertas estéticas o formas de vestir, esos fetichismos o rituales no tienen por qué seguirse a todas horas.

De modo que quien menos imaginas (la persona que tienes sentada delante en el metro, el camarero que te pone el café todas las mañanas, tu compañero de trabajo) puede revelarse como un dominante nato en la intimidad o disfrutar cuando las cuerdas inmovilizan su piel o unas pinzas muerden sus partes más sensibles.

Cada uno tendrá sus motivos para practicar el BDSM pero para mí resulta extremadamente excitante explorar mis límites y descubrirme en las situaciones inesperadas que mi Amo genera. Y en esos momentos me encanta vestirme como Él me ordena, llevar determinados accesorios o actuar según Sus instrucciones de una forma que podría sorprender a quienes desconocen mis tendencias.

2.- LA GENTE MUERE POR PRACTICAR EL BDSM

Alguien puede morir practicando BDSM igual que puede morir porque le caiga una maceta desde un balcón paseando por la calle. Cuando una lee las noticias que surgen sobre el tema (el otro día la última, sin ir más lejos) se da cuenta de que, bajo las capas de sensacionalismo, en la inmensa mayoría de los casos la verdadera causa fue que los implicados estaban drogados, se habían lanzado de repente a prácticas extremas sin saber bien lo que hacían, o no habían seguido las pautas más básicas de seguridad.

La integridad personal y el consenso es esencial en el BDSM y la esclava no corre ningún peligro más allá de las posibles (y deseadas) marcas que su Amo pueda regalarle. Esto es así, no sólo por la llamada “palabra de seguridad” (esa palabra que, si la esclava pronuncia, hace que todo el “juego” se detenga inmediatamente), sino porque el Amo está pendiente en todo momento de que la esclava no sufra daños.

Más aún, en mi opinión la famosa palabra sólo tendría que ser necesaria si la esclava ve que algo no está yendo bien por causas ajenas a su Amo como un mareo por un golpe de calor, una mala postura… pero no en el resto de casos, ya que Él la conoce lo suficientemente bien como para llevarla hasta sus límites y guiarla a través de ellos para traspasarlos y explorar nuevas sensaciones y experiencias de Su mano, pero sintiéndose cuidada y protegida en cada paso de ese camino.

2.- LA ESCLAVA ES UN SER ANULADO, SIN PERSONALIDAD PROPIA

No puede confundirse la sumisión con la falta de criterio. Quien crea que una esclava es una persona perdida y sin rumbo, que ve al Amo como un salvador y que depende de Él hasta para respirar, está muy equivocado.

Una esclava decide someterse a su Amo de manera consciente, conociendo las implicaciones de esa decisión y asumiéndolas de forma plena. Es por eso que, en los momentos de “juego”, es totalmente Suya y está decidida a hacer todo lo que Él le ordene para someterse a Sus deseos.

En mi opinión, se trata de una cuestión de roles consentidos. Por eso, cuando mi Amo comienza a dominarme o llevo puesto Su collar, no hay nada que valga más que Su palabra. Pero, fuera de eso, soy independiente, me guío por mis valores y no va a venir nadie a obligarme a hacer nada que no quiera.

3.- LA ESCLAVA ES UNA MASOQUISTA QUE SÓLO DISFRUTA CON EL SUFRIMIENTO.

Hasta que no se practica el BDSM, no se es consciente de lo íntimamente ligados que están el dolor y el placer, de cómo un Amo hábil consigue que se confundan y provoca con ello sensaciones de lo más excitantes.

Las alternativas son infinitas, variando artilugios, intensidad, zonas estimuladas… los azotes presentan múltiples opciones de disfrute. La experimentación puede llevarte a descubrir un amplísimo abanico de posibilidades, potenciando las sensaciones y dejándote la sensibilidad a flor de piel.

Eso no significa que los azotes no duelan, porque lo hacen (y, a veces, mucho), pero como esclava soy consciente de que es una forma más de someterme a mi Amo. En esos momentos el placer no es físico, sino que proviene a través de mi entrega a Él, de saber que estoy cumpliendo Sus deseos y que, como esclava, es una alegría saber que está orgulloso de mí. Y que, además, si supero esa prueba seré recompensada con creces.

4.- EL AMO ES UN MALTRATADOR

He dejado esta afirmación para el final, porque creo que es la que más daño ha hecho al BDSM y todo lo que le rodea. Es cierto que hay maltratadores que adoptan un rol de Amo para encubrir su verdadera naturaleza, pero estas personas siempre terminan retratándose como “falsos amos” puesto que un Amo verdadero no puede ser más opuesto a la persona que maltrata.

Un Amo debe ser estricto y firme, pero eso no significa que sea despiadado. Un Amo es consciente de la enorme responsabilidad que asume cuando logra la entrega total de su esclava, llega a conocerla plenamente tanto física como emocionalmente, sabe interpretar a la perfección sus gritos y gemidos, y puede jugar con la delgada línea que separa el dolor del placer provocando sensaciones de lo más intensas.

Pero, una vez terminado ese viaje abrumador para la esclava, el Amo también es capaz de mimarla para traerla de vuelta a la realidad, protegerla para que se sienta segura y cuidarla a cada segundo a fin de que no sufra ningún percance.

No ha habido ni un instante en que me haya sentido atacada por mi Amo, incluso en las situaciones más intensas y extremas, cuando me ha puesto más a prueba, he notado que estaba pendiente de no ponerme en riesgo. Siempre ha sabido valorar mi entrega, ha resuelto las dudas que me surgían y la comunicación es constante. Sé que puedo contarle hasta el último detalle de lo que haya experimentado y que Él me respeta a mí y a mis opiniones, así que la idea del maltrato está fuera de cualquier duda.

En fin, el BDSM no es una invención nueva, pero quizás al amparo del conocido best-seller se ha hecho más visible y puede hacer que la gente se plantee sus inclinaciones o instintos que antes acallaba por estar tan rechazado socialmente. Pero también hay que aclarar los conceptos para que no se confundan con otras prácticas nocivas.

Si hay algo que puede quedar claro después de desmontar todos estos estereotipos, es que en el BDSM lo esencial es el consenso, la decisión de la esclava de entregar su voluntad a su Amo y que los cimientos de la dinámica Amo/esclava se construyan con base en una relación de igual a igual. El hecho de que durante el juego haya unos roles muy definidos y una entrega o dominación plenas, no implica que haya situaciones de maltrato o de anulación ya que fuera de esos momentos esas actitudes son rotundamente inadmisibles.

La clave del BDSM, como en todo, está en que cada persona mantenga íntegra su identidad y sea totalmente libre en sus decisiones.

Autora Mery_meryh. Esclava de mi Amo. Experimentando sensaciones y descubriendo mis límites (o falta de ellos) gracias a Él. Independiente, cabezota, luchadora y de lo más maniática. Una muestra andante de que los estereotipos sociales sobre las sumisas son irreales. Disfrutando del BDSM.

Tomado de: http://normajeanmagazine.com/2013/03/desmitificando-el-bdsm/#sthash.UbCJum7H.21jrVKxY.dpuf

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