“Cualquiera que sea tu historia, bienvenido. Has emprendido un largo viaje hacia la honestidad sexual y la revelación personal. Puede ser un camino arduo, pero es el único modo de conseguir lo que deseas. En el decurso, te parecerá que hay un montón desalentadoramente grande de conocimientos que aprender; no te deseanimes. El Amo más perverso del mundo, la Dómina más imaginativa, empezaron igual que tú hoy: curiosos, excitados y algo inseguros.”
Pat Califia,
“SM. Los secretos del sadomasoquismo”

sábado, 15 de septiembre de 2018

Los peligros que entraña adentrarse en el shibari de forma inadecuada e irresponsable





Hablamos sobre este delicado tema con Zor Neurobashing, maestro de shibari de extensísima experiencia, y con Margot Darko, modelo de cuerdas de larga trayectoria y conocimientos precisos también como atadora. Abordaremos las creencias erróneas que rodean al shibari, cada vez más de moda, y los peligros que entraña adentrarse en esta práctica de la forma inadecuada e irresponsable que por desgracia es tan frecuente.
El shibari está de moda y eso no hace sino incrementar las posibilidades de iniciarse sin los conocimientos y precauciones que por ambas partes, la atada y la atante, son imprescindibles para que la práctica resulte satisfactoria y segura. Hoy en día la práctica se entiende, en palabras de Zor, como “una comunicación íntima entre la persona que ata y la persona que es atada usando la cuerda como medio”. Por desgracia, abundan quienes no interpretan el concepto correctamente y, lo que es peor, tratan de transmitirlo.
Que el shibari sea ante todo comunicación y consenso es un fundamento esencial pero los principiantes a menudo se encuentran con la filosofía de que la persona atada es un mero lienzo para que el atador se luzca: “Esto no es sólo un ejercicio de ego desproporcionado”, explica Zor, “es una objetivización absoluta de la persona atada. El shibari es una comunicación entre dos extremos y, por desgracia, abundan los atadores que tienen monólogos, casi siempre el mismo, con una persona que está haciendo de lienzo y que da igual que se intente comunicar, porque nadie escucha.”
Esta imagen del lienzo sin voz se llega a inculcar incluso en talleres. Sin embargo, “la persona atada tiene una parte activa fundamental en la sesión. Debe comunicarse, escuchar y contar, siempre de forma no verbal. Es quien puede definir el juego, el ritmo y, si la persona que ata sabe escuchar todo eso y a su vez transmitir, conseguir que la sesión de cuerdas se convierta en una experiencia intensa e inolvidable, como puede ser bailar con alguien con quien conectas mucho.”
Margot, que conoce bien los dos roles, tiene mucho que decir sobre este asunto: “Desgraciadamente en Occidente aún existen atadores, en masculino, que consideran a los bottoms como un simple juguete con el que divertirse y demostrar su valía ante los demás atadores. Los bottoms no son un objeto sino el porqué de una sesión. Atamos porque nos ofrecen como regalo la posibilidad de atarles, porque queremos escucharles y aportarles algo de nosotros mismos. Después de bastante tiempo como modelo de cuerdas te das cuenta que no es el hecho de ser flexible o soportar posiciones imposibles lo que te hace mejor o peor bottom sino aprender a explorar tus emociones más intensas junto a otra persona de forma sincera, estar lista para recorrer ese viaje efímero de la mano.”
¿Qué pasa cuando no hay comunicación? “Cuando quien ata no escucha y considera un lienzo a su modelo,” explica Zor, “podemos ver sesiones vacías, frías, en las que la persona atada se aburre o desconecta, por muy bonita o acrobática que sea la foto final. El maestro Yukimura nos decía que atar era comunicarse, como cuando atamos dos latas con una cuerda y hablamos con ellas como si fuera un teléfono. Si no hay tensión en la cuerda, no hay comunicación.”
Tenemos entonces que la comunicación es esencial durante la sesión, pero no olvidemos que lo sigue siendo cuando esta termina: “Si la sesión de cuerdas evoluciona y se convierte en una experiencia intensa, tanto atante como modelo entrarán en una burbuja de espacio personal donde solo ellos existen, donde no hay nada más, donde el tiempo transcurre a su propia velocidad. Una vez la sesión termina, hay que salir de esa burbuja, y para eso se necesita cuidado, after care, intimidad o como cada uno lo quiera llamar. Volver a la tierra lentamente y agradecer a la otra persona los momentos vividos.”
Por supuesto, estas cosas tampoco se pueden aprender a través de tutoriales de Youtube, un recurso muy popular entre los principiantes. Margot nos alumbra sobre esta problemática: “en los tutoriales solo se enseñan patrones, que es la parte menos importante del shibari. Es imposible transmitir la importancia del manejo fluido de la cuerda, las tensiones, la concepción del tiempo y el espacio, la comunicación no verbal entre dos personas, la gestión de emociones, el movimiento, las diferentes dinámicas de poder, etc.”
Los riesgos de aprender con tutoriales en vídeo son mucho mayores: “Los mismos que entrañaría aprender cualquier actividad de riesgo como la escalada o el buceo a través de un tutorial de vídeo”, añade Zor, “vamos a fijarnos únicamente en el aspecto visual, a perdernos el 90% de la parte importante, toda la parte relacionada con tensiones y, lo que es peor, aprenderemos el posicionamiento de las cuerdas apropiado para la persona que haga de modelo en el vídeo, no para la persona con la que estemos practicando. Nadie que tenga un conocimiento serio de shibari haría un tutorial de vídeo, debido a los peligros que acarrea.”
En ese caso, ¿qué significa que este tipo de tutoriales empiecen a abundar? “Eso empeora más la situación, ya que todos los tutoriales que podemos encontrar son precisamente de gente con poco conocimiento. Si tuvieran un conocimiento avanzado, no los harían. Existen tutoriales en internet como material complementario a clases. Pero de forma aislada son contraproducentes. En los cursos a veces vienen estudiantes que han aprendido durante meses con tutoriales. Es frustrante para ellos y para nosotros ver cómo sus compañeros que nunca han cogido una cuerda avanzan más rápido que ellos en unas horas, ya que el número de vicios y de malas prácticas a corregir les lastra enormemente.”
Tal vez uno de los aspectos más llamativos de esta moda sea la proliferación de mitos que se están difundiendo respecto al origen milenario del shibari, que han llegado a empapar la propia Wikipedia. Zor nos aclara esta confusión: “Se habla continuamente de un arte marcial milenario, de las técnicas de los samurais, de los puntos de presión y un montón de cosas similares. El shibari no es un arte marcial, y mucho menos milenario. Se podría considerar una disciplina erótica.”
¿Cuál es entonces el origen real? “El término shibari aplicado a lo que conocemos hoy en día lo utiliza por primera vez Ito Seiu en septiembre de 1952, dos meses después de la aparición en la revista Kitan Club de la ilustración "10 mujeres desnudas atadas" de Reiko Kita. Ese podría considerarse el momento del inicio del shibari. Se podría argumentar que hay una inspiración clara en las técnicas que se utilizaban para el transporte de prisioneros en el Japón feudal. Pero esta inspiración no es una evolución, de la misma manera que los practicantes de BDSM actuales no son la evolución de los santos inquisidores. Se toman elementos prestados, pero es un apropiacionismo cualquiera. El hojojutsu, que es como se denominaba a esta disciplina militar, tenía como objetivo torturar, retener y matar a los prisioneros. En el shibari, que es ante todo una práctica consensuada, los objetivos son opuestos.”
“Sí que es cierto que el shibari ha tomado mucha inspiración en los grabados del periodo Edo (Edad Media japonesa)”, puntualiza Margot, “donde a menudo se representaban mujeres expuestas y erotizadas en situaciones cotidianas. Además, la cuerda siempre ha sido un elemento tradicional en Japón y las personas con ciertos conocimientos en hojo jutsu los aplicaron a la hora de desarrollar el shibari/kinbaku en la actualidad.”
El concepto de sesión de shibari está también bastante distorsionado y abunda la creencia de que consiste en llevar a la persona atada a posiciones estáticas con el fin de que las ataduras permanezcan durante un tiempo prolongado y, tal vez, sacar fotos. ¿Tiene esto algo que ver con la realidad? Nos responde Zor: “Si ves atar a un japonés experimentado, ya sea en suelo o en suspensión, es poco frecuente que se busquen posiciones y se dejen esas posiciones estáticas. Si una posición no se cambia es porque se puede jugar. La belleza del shibari está en las expresiones, en las reacciones, en la vergüenza, en la excitación. No en los patrones de cuerdas.”
El movimiento resulta crucial: “Es el cambio lo que produce las reacciones. Y ese cambio normalmente viene dado por un conjunto de transiciones que implican tanto atar como desatar y que nos permiten llevar a la persona atada a los estados que queremos. Algunas escuelas hacen uso, ya no de las posiciones estáticas en sí, sino del tiempo que requiere la mente para asimilar la dureza de la posición a la que se ha llevado a la persona atada. Aunque desde el exterior pueda parecer que la posición es estática durante minutos, el proceso que transcurre en la mente de la persona atada es complejo, dinámico y tiene su sentido.”
“El movimiento, la sorpresa, la respiración y la dinámica de cuerpos son cruciales” apunta Margot, “y marcan la diferencia entre una sesión aséptica, fría y estresante y una sesión intensa e inolvidable.”
Uno de los errores más comunes de los principiantes es no entender la importancia del cambio y otro es el de obsesionarse con llegar a las suspensiones completas cuanto antes. Zor nos explica a qué se debe este fenómeno: “Es lo que más se ve, lo más espectacular, las fotos que tienen más likes en Instagram. Hay muchísima gente que se aproxima al shibari porque ha visto una foto de una sesión de shibari y le ha parecido bonita. Y quieren hacer lo mismo. Es un error. No es su culpa pero es un error. Porque la parte bonita del shibari no se puede (o es muy difícil) de transmitir en una foto. Y esto cada vez pasa más. Realizar suspensiones completas es más fácil de lo que parece, pero también es mucho más peligroso de lo que parece.”
Margot comprende perfectamente tanto el encanto de las suspensiones como sus peligros: “Claro que las suspensiones pueden ser maravillosas pero si se sabe muy bien lo que se está haciendo, por ambas partes. Recuerdo haber tenido mejores experiencias de juego en suelo que en suspensión, más que nada porque el estrés es mucho menor. Hoy en día solo juego como bottom con muy, muy pocas personas que me atraigan y que tengan una gran experiencia demostrable, y entre varias cuestiones que negocio previamente, siempre pido que la primera sesión sea sólo en suelo. ¿Por qué? Porque así sé si conectamos de verdad, si la otra persona está dispuesta a escucharme, a seguirme, a desafiarme. Eso me permite construir confianza de cara a otras posibles sesiones futuras.”
Toda precaución es poca. Zor es muy consciente de que los riesgos, al apresurarse en esta dirección, se elevan al máximo: “Si uno sale de su zona de confort y se pone a hacer suspensiones sin tener ni la experiencia necesaria ni un entorno controlado donde poder fallar y aprender del fallo, lo que vamos a conseguir, en el peor de los casos, es una lesión grave y el abandono del shibari y, en el mejor de los casos, una sesión de cuerdas muy poco satisfactoria. Como ya he dicho, el shibari es comunicación. Y en una suspensión y sin la experiencia adecuada, lo que vas a transmitir a tu modelo es inseguridad, falta de control, miedo, dudas y desconfianza. No es de extrañar que el momento en el que la mayor parte de practicantes de shibari abandone es cuando intentan suspender demasiado deprisa. Si te lo pasas mal y tienes comunicaciones negativas, la próxima vez que pienses en hacer cuerdas vas a recordarlo y en vez de atar te irás a ver Netflix.”
“Los riesgos son clarísimos,” añade, “pero si no has tenido una formación adecuada es posible que los desconozcas. Quien ha tenido una formación adecuada probablemente no los corra. Te expones a lesión de nervio radial, mediano o cubital, luxaciones, desmayos, asfixia y experiencias traumáticas. La cantidad de gente con experiencias traumáticas por tener problemas en mitad de una suspensión es enorme. Gente que tiene miedo de acercarse a las cuerdas, a la vez que se siente mal por ello, ya que le gustaban mucho. Las lesiones de nervio radial, que es el problema más común en shibari, son muy frecuentes también. Este tipo de accidentes son muy fáciles de evitar con un conocimiento mínimo en seguridad y unos métodos de comprobación adecuados.”
Esta obsesión por las suspensiones completas hace que los ejercicios de suelo y las semisuspensiones especialmente queden infravaloradas por tratarse del paso intermedio: “Las semisuspensiones son más seguras y mucho más divertidas. Y jugar en el suelo usando el punto de suspensión para añadir tensiones y generar posiciones es aún más interesante. Simplemente la seguridad que te da estar cerca del suelo, poder dar soporte inmediato a la persona atada o poder cortar la cuerda en caso de que algo vaya muy mal y que la persona atada esté a centímetros del suelo, ya te genera una seguridad y una tranquilidad que van a ser parte de tu comunicación.”
Del campo del BDSM también pueden proceder las prácticas poco seguras: “Como en todos los campos,” puntualiza Zor, “hay gente que fusiona disciplinas de forma responsable y gente que no. Desde mi punto de vista, cuando mezclas disciplinas, tienes que saber mucho de cada una de ellas para poder llegar a un resultado seguro. Es fácil dejarse llevar, y el simple hecho de atar a alguien y azotar con un flogger o con la mano ya es una fusión interesante, pero también puede hacer que nos emocionemos y nos olvidemos de comprobar el estado del nervio radial, o que no nos acordemos de que el shibari no debería ser utilizado para posiciones prolongadas estáticas.”
Aunque el mayor terreno de accidentes viene propiciado por la fotografía: “Cuando tenemos una cámara en la mano, deja de existir la persona y solo existe la foto. Esto pasa tanto en atante como en modelo como en fotógrafo. El deseo de tener tu foto hace que aguantes, que no digas que algo te duele, que no compruebes. Y el resultado suele ser una lesión.”
Pero no olvidemos que las cosas también pueden salir bien: “Hay mucha gente que integra satisfactoriamente el shibari con látigos, fustas, en dominación y sumisión, y no hay que olvidar que el shibari nace en Japón dentro del entorno SM. Los grandes maestros de cuerdas japoneses usaban el shibari junto con tenuguis (pañuelos que sirven para vendar los ojos, hacer mordazas e incluso como látigo), con cera, fustas y floggers, etc. Que una actividad se integre de forma irresponsable solo se da si quien la integra es irresponsable.”
Abordemos por un momento uno de los mitos más injustos que rodean al shibari: que se trata de una práctica machista, que todos los atadores son hombres y todas las modelos mujeres. Margot tiene muy clara esta cuestión.
“La comunidad de Shibari/Kinbaku es de las más feministas y abiertas a todo tipo de identidades y orientaciones sexuales que he conocido. Cuando vas a cualquier encuentro de cuerdas europeo con la gente de más nivel y comienzan las presentaciones, uno de los puntos clave son los pronombres con los que quiere ser referida cada persona, se considera una falta de respeto asumir el género de nadie. Y muchas de las mejores atadoras japonesas y occidentales son mujeres, o gender fluid. Es importante saber que antes de cualquier sesión es fundamental negociar, pactar ambas partes qué se espera de la sesión, dónde están los límites, palabras de seguridad en caso de que algo no vaya bien o se quiera parar, etc.”
“El derecho de detener una sesión siempre está en manos de la persona atada,” añade, “eso le otorga en todo momento el control sobre su propio deseo aun entrando en una dinámica de juegos de poder. Estoy bastante cansada de paternalismos que quieren cuestionar nuestro consenso y deseo, como si no fuésemos dueñas de él, se nos hace sentir culpables por sentir de una determinada forma.”
“El shibari puede ser machista”, reflexiona Zor, “y lo vemos todos los días, pero también puede ser machista el piragüismo, la universidad, twitter y pedir en un restaurante. Es misión de todos los practicantes del shibari, pero especialmente de quien enseña, el educar en el consenso, en la igualdad y en la diversidad de cuerpos y géneros, entre muchas otras cosas. Quienes dan por hecho que el atador siempre es hombre y la mujer siempre es modelo han visto poco shibari (o demasiados artículos heteronormativos de shibari). La cantidad de mujeres atadoras es enorme, especialmente en nuestro país.”
“En Japón se dice que las mejores atadoras son las mistress profesionales, pero que jamás las veremos públicamente por motivos obvios. En nuestros cursos casi todo el mundo cambia de rol durante iniciación. Vienen parejas de chicos, de chicas, mixtas, y las combinaciones de roles son completamente diversas. Es muy, muy raro que tengamos un curso en el que todas las parejas sean "hombre atador - mujer modelo". Y si comienzan así suelen terminar de otra manera.”
Si tenéis intención de iniciaros, no olvidéis que la calidad de las cuerdas cuenta desde el primer momento: “Pasa lo mismo en cualquier disciplina que utilice herramientas. Es muy difícil aprender con una herramienta mala. Se ve en los cursos. Quien tiene cuerdas buenas puede hacer las fricciones más rápido, el movimiento de la cuerda alrededor de la persona atada es más ágil y elegante, los nudos se comprimen más, la sensación de la cuerda en la piel es más agradable, etc. No hace falta comprar unas cuerdas carísimas para empezar a atar, pero las cuerdas que no se han tratado correctamente pueden ser muy duras, y al cabo de varias horas de práctica eso pasa factura. Hay diferentes tipos de cuerdas, y hay que recordar siempre que debemos adaptar nuestras cuerdas y nuestra forma de atar a la persona atada, y no al revés.”
Zor Neurobashing y Margot Darko están a punto de emprender un viaje por Europa. Participarán como presentadores en el Festival Internacional de Shibari en Praga, darán cursos en la República Checa, estarán presentes en el European Rigger & model Exchange de Berlín, de ahí pasarán al festival Kink & Ropes en Ludwigsburg, donde impartirán talleres con atadores internacionales y a final de año volverán a nuestro país para dar cursos en Granada, Gijón, Sevilla y Madrid. “¡Van a ser unos meses muy intensos en los que intentaremos aprender todo lo posible y transmitir lo que sabemos!”, concluye Zor.
Y para estar al día de sus aventuras e informaros sobre sus talleres de cuerdas, que abarcan desde el nivel para principiantes hasta el avanzado, Madridshibari. También resulta recomendable aprender con Sr Interior, con Miguel Makido en Andalucía y en Bacelona en Shibari Dojo o junto a Canitt.