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En los últimos meses hemos visto que los juegos de sumisión y dominación son una clara tendencia en el ámbito sexual. Hoy os hablaremos del Shibari, que es el arte japonés de la atadura erótica, digamos que un tipo de bondage oriental. Una práctica sexual destinada sólo a los amantes del sexo intenso.
Una de las principales diferencias del bondage es que en el Shibari japonés existe más posibilidad de movilización. Además, si en el bondage se utilizan cuerdas, gomas, telas, cadenas, esposas, cintas o grilletes para inmovilizar a una persona con el fin de lograr excitación sexual, en el Shibari generalmente se ata a la pareja con fibras naturales (yute o arroz).
Las sesiones, que pueden durar horas, tienen un enfoque visual muy importante, que busca la calidad estética del conjunto formado por los protagonistas implicados y la cuerda.
Como en la otra práctica, se trata de una relación entre sumiso y dominante donde es muy importante preestablecer unos límites claros. Siempre será una práctica sexual consensuada por las dos partes y que busca el placer, en ningún caso buscará la violencia o crueldad.

Se puede disfrutar del Shibari sin ser un experto en nudos, pero hay que atender al sentido común. No hay que atar al otro comprimiendo zonas como el tórax, cuello o abdomen ya que pueden afectar a la respiración y convertirse en un peligro. Siempre es recomendable tener unas tijeras a mano para utilizarlas en caso de necesitar cortar las cuerdas urgentemente.
Pensad que, si os estáis iniciando en esta práctica, hay toda una serie de asistentes posicionales creados a partir de distintos juegos de cintas o de refuerzos. Éstos permiten dejar el cuerpo en determinadas posturas gracias a la tensión sostenida de las cintas que se sitúan en lugares estratégicos de nuestra anatomía. Estos asistentes os ayudarán a introduciros en esta práctica de una manera más fácil y segura.
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